martes, 15 de febrero de 2011

Arte & Musica Argentina


CULTURA MUSICAL ARGENTINA

Tango

Esta amalgama de raíces africanas, europeas y criollas, es la contribución argentina a la cultura mundial por excelencia. De origen netamente popular, gestado en suburbios, prostíbulos y conventillos de Buenos Aires, el tango (que significa “lugar de reunión de los esclavos”) es inseparable de la melancolía de su música y letras y la sensualidad y pasión de su danza.

En sus inicios, que arbitrariamente podrían situarse a mediados del siglo XIX, eran la flauta, el violín y la guitarra los principales instrumentos utilizados. A partir de 1900, con la fuerte presencia inmigratoria, se sumó el bandoneón, el cual tomó un protagonismo que dura hasta hoy.
De fecha imprecisa y origen aún más incierto, hay teorías que remiten a sus raíces negras y otras que aseguran su origen inmigratorio. Lo cierto es que a mediados del 1800, los conocidos conventillos de la pujante ciudad de Buenos Aires se llenaban de paisanos del interior, "gringos" recién bajados del barco y varios porteños de pocos recursos que, quizás para diferenciarse o para
generar arraigo, marcaron con impulso propio las nuevas expresiones populares.


Mezcla de códigos cerrados y con lenguaje particular, el tango germinaba en las casas de baile, orillaba el Riachuelo, los boliches de carreros y cuarteadores, los conventillos del barrio sur. Por esos años, muchos de los inmigrantes venían solos y las pocas mujeres que venían se encontraban en las academias o en las casas de citas.

La Buenos Aires de los '80 poco a poco se descubría en las academias y en los teatros. En las comedias, zarzuelas y otras obras, los actores empezaron a cantar y bailar tango. Las academias, también llamadas peringundines, funcionaban sólo bajo autorización en los suburbios o barrios alejados del centro y, si bien en principio eran sólo para hombres, después incorporaron mujeres contratadas para bailar . Los guapos, compadritos y malevos se encontraban en el Café Sabatino, el Almacén de la Milonga y el Viejo Bailetín del Palomar. En los boliches de la calle Necochea de La Boca, empezaba a escucharse esta música alegre, juvenil y pícara que, bajo el ritmo del dos por cuatro, ejecutaban Rosendo Mendizábal, Eduardo Arolas, Angel Villoldo y otros autodidactas que componían sin conocer las partituras.

El tango dejaba de ser exclusivo del arrabal para internarse poco a poco en el centro de la ciudad. Los organitos callejeros lo difundían por los barrios donde era común ver parejas de hombres bailando en las calles.

Esencialmente porteño, muchos escritores consideran que el tango de finales del '80 combinaba
varios estilos de música. En él estaría involucrada la coreografía de la milonga, el ritmo del candombe y la línea melódica, emotiva y sentimental de la habanera. Pero también recibió influencia del tango andaluz, del chotis y del cuplé, a los que se agregan las payadas puebleras y las milongas criollas.

Se cree que el primer compositor de tango fue Juan Pérez, autor del tango Dame la Lata. Sin embargo, es muy probable que hayan existido otros autores y canciones anteriores. Además de la
obra de Pérez, las primeras composiciones fueron El Tero y Andate a la Recoleta.

Si bien sus orígenes todavía polemizan las mesas de café de los tangueros, no se discute el prestigio y reconocimiento que adquirió internacionalmente. Como toda auténtica expresión artística, el tango desentraña nuestra inextricable condición humana, revelando el espíritu porteño. Quizás debido a esta verdad, vive en los barrios de Buenos Aires y en las academias de Japón, en las calles de París y en los centros culturales neoyorquinos.
Carlos Gardel, el “Zorzal Criollo”, fue quien popularizó el tango como canción durante las primeras décadas del siglo XX y se convirtió en el emblema mundial de este género y en un símbolo de la cultura argentina.

A partir de la década del 40, con la consolidación de las industrias culturales locales, en especial la radio y el cine, el tango entró en su edad dorada, con compositores y cantantes como Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo, Enrique Cadícamo, Tita Merello, Virgilio y Homero Expósito, Alberto Castillo, Enrique Santos Discépolo, Horacio Salgán y Homero Manzi, entre una innumerable lista.

Roberto Goyeneche inició su carrera a mediados de los 50. Sin embargo, fue uno de los tangueros más versátiles, dueño de un fraseo y estilo único que lo ubican transversalmente a lo largo de la historia del tango. Hasta su muerte, en 1994, fue reivindicado por todas las generaciones. Además, el “Polaco” Goyeneche apadrinó la carrera de Adriana Varela, singular cantora que se ha posicionado
como una de las voces femeninas actuales del 2x4.


Entre los 60 y los 70, el tango vivió una renovación de la mano de Ástor Piazzola quien, a través de sus composiciones y su bandoneón, lo llevó a las fronteras musicales con otras músicas, como el jazz. La línea más tradicional encontró en el Sexteto Mayor, Julio Sosa, Leopoldo Federico y Mariano Mores, exponentes que aún mantienen su vigencia.

Otra vertiente del desarrollo contemporáneo del tango está signada por el cruce con otros géneros, resultado de la incorporación de músicos jóvenes que lo han revitalizado a través de la incorporación de la electrónica y el rock. Algunos de esos proyectos son Gotan Project, Bajo Fondo Tango Club y Tanghetto.

En Buenos Aires, tres eventos ya se impusieron en la agenda mundial: son el Campeonato, el Mundial y el Festival de Tango que, desde hace una década, convocan a visitantes de todo el mundo.


Folclore

Conocido como una totalidad, el llamado “folclore nacional” es el género que más subgéneros, matices, estilos y producciones condensa. Cada región del país se caracteriza por imprimir un toque distintivo a su creación, multiplicando aún más la variedad.

Desde la época colonial, el folclore se ha instalado como el género musical que aunó la composición más vinculada con los pueblos originarios y las influencias colonizadoras. La zamba, la chacarera, el chamamé, la baguala, el carnavalito o la copla son subgéneros que encuentran mayor difusión en distintas provincias y que, a su vez, se han nutrido de intercambios con países limítrofes. Los
instrumentos musicales que se destacan son el bombo legüero, la caja, el sicu, el charango y la guitarra.


Su máximo referente es Atahualpa Yupanqui. Autor, compositor, guitarrista y cantor que supo retratar la identidad y realidad de cada región, interiorizándose en las viejas culturas aborígenes. Con precisión y poesía, describió la situación política de los habitantes rurales, denunciando las históricas condiciones de explotación y pobreza. “El arriero” y “Luna tucumana” son, probablemente, sus
canciones más conocidas.


El listado de folcloristas es extremadamente rico y está conformado por artistas de renombre internacional. Algunos de ellos son: Horacio Guarany, Jorge Cafrune, Mercedes Sosa, Eduardo y Juan Falú, Alfredo Ábalos, Sixto Palavecino, Liliana Herrero, Los Fronterizos, el Dúo Salteño, Peteco Carabajal, Los Chalchaleros, Chango Spasiuk, Teresa Parodi, Raúl Carnota y Soledad Pastorutti,
por nombrar sólo a unos pocos.


En la ciudad de Cosquín, en la provincia de Córdoba, desde hace más de 50 años, se lleva a cabo todos los veranos el festival de folclore más importante de América Latina.

FOLKLORE ARGENTINO

Acabamos de narrar en pocas páginas, el lento transcurrir de muchos años. Tantos, como necesarios fueron para que muchas de las cosas, que sin duda convivieron junto a aquéllas que estuvimos relatando, se hundieran en un pasado envejecido y sin recuerdos. Y así se enfrenta esa oscura eternidad de olvido, con la milagrosa permanencia de lo que todavía subsiste entre nosotros. Pero sólo por su pureza y por su condición de bien, alcanzan esta supervivencia que se incrusta en el
presente. Algunos de estos valores que descienden del pasado, mantienen su integridad, sin menoscabo, con una insolente terquedad de siglos. Entre ellos, la expresión sonora de una raza inolvidada, que con suave pero firme mandato desde el tiempo, señorea el lamento de la quena en la quebrada y la opulenta ejecución de la orquesta ciudadana. Este incontenible torrente, por el que se
hermanan muchos de los pueblos de América en su canto, tiene validez entre nosotros por la trascendencia de la gama pentatónica y la vigencia de instrumentos aborígenes.


 


ARTES PLÁSTICAS ARGENTINAS

PERÍODO PREHISPÁNICO


Dentro de este período se destacan las culturas del noroeste,  consideradas como las que alcanzaron el más alto grado de desarrollo  antes de la llegada de los españoles. Eran agroalfareras, basaban su economía en el trabajo de la agricultura y conocían las técnicas de la cerámica, metales y textiles. Ubicados fundamentalmente en los valles de Catamarca y Salta; llevaban una vida sedentaria, se juntaban en grupos que mantenían una considerable cantidad de población y una organización social más compleja que la de los pueblos de la Patagonia y el Litoral. A su vez, este período se divide en: Temprano y Medio (antes del 900 d.C.) y Tardío (900 - 1480 d.C.). Sobresalen las culturas de La Ciénaga, Condorhuasi, del oeste de Salta; La Aguada (período medio) ubicada en Catamarca, sur de Salta y norte de la Rioja hasta el norte de San Juan; Belén y Santa María (1000 de la era cristiana) se localizaron en los valles del oeste catamarqueño y en los de Yacavil y Calchaquí respectivamente.

Vaso modelado zooantropomorfo. Alfarería Condorhuasi, Catamarca.

PERÍODO COLONIAL

Faenas agrícolas en las reducciones mocovíes. Detalle. Florián Paucke

El rasgo que caracteriza a las obras de este período es, como sostiene Héctor Schenone, "El predominio de lo religioso... y la funcionalidad que se otorgó al arte como instrumento persuasivo y transmisor de ideas". Artistas y artesanos trabajaron en función de una comunidad cuya vida social estaba centrada en el templo. La Iglesia misma era una manifestación de esos valores: fachadas-retablo eran el nexo entre los hombres y el espacio sagrado, al interior, los retablos repetían esta función y en ellos los artistas coloniales lograron notables exponentes. Numerosos artistas de origen español e italiano, llegaron a estas tierras y realizaron pinturas y esculturas religiosas y retratos de personajes de la Iglesia y de funcionarios civiles. Merece destacarse que desde el siglo XVII, también llegaron a Buenos Aires numerosos envíos de obras provenientes de talleres europeos.
Una mención especial merece la labor de la Compañía de Jesús: sus arquitectos hicieron templos y edificios para su orden, pero también para otras, e incluso edificios civiles. Entre esos hombres cabe destacar a Andrés Bianchi (1677-1740).

Izquierda: Fiesta de los mocovíes. Detalle. Derecha: Gallegos en el primer período de la colonización. Florián Paucke.

Los pintores jesuitas trabajaron en las ciudades del Río de la Plata, Tucumán y Paraguay, incorporando pinturas y esculturas a los templos y, dedicándose también a la formación de indígenas, mestizos y negros en sus talleres. Numerosos son los nombres y testimonios de su producción, que trascendieron el tiempo y llegaron hasta la época actual. Entre ellos citaremos sólo a un artista: el jesuita alemán Florián Paucke (1719-1789), se conservan en Austria las ilustraciones acuareladas de sus memorias, éstas son un completo registro de la Argentina colonial: trajes de soldados y civiles, costumbres y usanzas de los indígenas, la vida cotidiana, útiles de labranza, la agricultura y hasta la fauna y la flora.

 
DESDE LA INDEPENDENCIA HASTA LA DÉCADA DEL SIGLO XX


A partir de la Revolución de Mayo -y bajo el influjo de las corrientes de pensamiento tomadas de la Revolución Francesa-, la temática religiosa señalada en el período colonial fue menos abundante; esta vez, la actividad pictórica se desarrolló fundamentalmente en el retrato y las escenas de costumbres.
Un numeroso grupo de artistas extranjeros visitaron, residieron por algún tiempo o se establecieron en la Argentina; captando en sus obras los tipos y costumbres de la región: Emeric Essex Vidal (1791-1861), marino inglés, dejó acuarelas con texto que son un registro notable del pasado argentino; Carlos Enrique Pellegrini (1800-1875), llegó contratado como ingeniero, razones políticas le impidieron llevar a cabo las obras públicas programadas, entonces se dedicó a la pintura, realizando numerosos retratos, escenas de costumbres y vistas de la ciudad; Adolfo D'Hastrel (1805-1875), otro marino, reunió dibujos y acuarelas en el libro Colección de vistas y costumbres del Río de la Plata (1875); el litógrafo César Hipólito Bacle (1790-1838), imprimió en su establecimiento Litografía del Estado (1828-1838) Trajes y costumbres de la provincia de Buenos Aires, colaboraron con él su esposa Andrea Macaire y Arturo Oslow, entre otros.


Interior de la Catedral de Buenos Aires, 1830 Carlos Enrique Pellegrini.

 
 Raimundo Monvoisin (1790-1870) y Mauricio Rugendas (1802-1858) se destacaron también entre los artistas extranjeros de la primera mitad del siglo XIX. El primero residió en Buenos Aires y siguió luego a Chile, realizó Gaucho Federal y La porteña en el templo. El segundo visitó Brasil, México, Perú, Bolivia y Chile; a él le debemos obras como Desembarco de pasajeros en Buenos Aires y Retrato de Mariquita Sánchez de Mendivillie.

                                          La Porteña en el Templo Raimundo Monvoisin.

Cabe mencionar también a dos artistas argentinos: Carlos Morel (1813-1894), quien reunió sus escenas de costumbres litografiadas en Usos y costumbres del Río de la Plata (1844-1845), realizó retratos y registró costumbres de la época como: Payada de la pulpería y Combate de caballería en la época de Rosas; Prilidiano Pueyrredón (1823-1873), arquitecto, ingeniero y urbanista, fue uno de los pintores argentinos más notables del siglo XIX.

Carga de Caballería del Ejército Federal. Morel Carlos 
Entre sus obras se encuentra el Retrato de Manuelita Rosas, Un alto en el campo y El baño un desnudo demasiado audaz para la época
Un alto en el Campo.   Prilidiano Pueyrredón


DE LA DÉCADA DEL '20 HASTA LA ACTUALIDAD


La historiografía del arte argentino coincide en señalar a la década del '20 como el período en que se produjo la modernización del lenguaje plástico en Argentina. Diversos acontecimientos sostienen esta afirmación: Regresaron a Buenos Aires Emilio Petorutti, el Grupo de París y Alfredo Guttero. Actuaron Xul Solar, los Artistas del Pueblo, el Grupo de la Boca y otras individualidades. Desde distintos ángulos formales e ideológicos -los artistas que regresaron al país conocían el lenguaje de las vanguardias europeas- , se cuestionó el gusto dominante y sus árbitros: los organismos oficiales. Se fundó Amigos del Arte, organismo que brindó espacio a las nuevas tendencias. 

De aquí en adelante es imposible, sin caer en omisiones injustas, establecer la lista de artistas y grupos que enriquecen la plástica argentina; todas las tendencias, todas las búsquedas se hallan presentes.
Mujeres Indolentes Alfredo Guttero.


Con esto terminamos nuestro destino; realizaremos una parada en nuestra querida Colombia.

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